La Lira Colombiana en la Exposición
Panamericana
La
Lira Colombiana se presentó por primera vez en el Templo de la Música de la
exposición dos días después, el 8 de agosto de 1901, a las once de la
mañana,
cuando ya los técnicos de la Victor habían abandonado la ciudad, siendo
anunciada como un quinteto de instrumentos de cuerda (string quintet), con un programa de música
internacional cuya única pieza colombiana era el pasillo Saltarín, de su director. Queda claro que —al
menos, en esta
importante
ocasión— Morales Pino quería distanciarse de cualquier imagen exótica de sí mismo
y de su conjunto. Cuando, ya en Nueva York, el conjunto comienza a
desintegrarse, él mismo confirma esta convicción al escribirle a su novia que
ha obtenido empleo retocando fotografías e informándole que “esta semana
buscarán los otros muchachos modo de colocarse con el violín y el violonchelo”,
instrumentos de uso genérico para los que, obviamente, veía
mejores
perspectivas laborales. La primera reseña conocida de las presentaciones de la
Lira apareció en el Buffalo Sunday Times del
8 de septiembre de ese año, y en ella se indica que para entonces ya habían
realizado varios conciertos en el Templo de la Música39. En el Illustrated
Buffalo Express del 15 del mismo mes se
describen los instrumentos con mucha precisión, se anota que las más de
doscientas piezas de su repertorio se tocaban completamente de memoria —“entirely
without notes”— y se resalta el hecho de que Morales también había compuesto canciones,
piezas para piano y trozos orquestales como la gavota que la Pan American
Orchestra
de
John Lund —también director de la Buffalo Philharmonic— había
interpretado
en uno de sus conciertos de la exposición. El 25 del mismo mes, el Buffalo Evening News destaca la novedad del
conjunto, al que califica de “único y pintoresco”, y añade que solo algunas de
sus piezas eran “nacionales en su carácter”, destacando las de su director pero
enfatizando que las más eran standards
del repertorio universal. Para este crítico, la
mayor sorpresa fue
constatar que no solo la música “nacional o,
mejor, popular de su país” fuera
tocada
excepcionalmente, como era lo esperado, sino que las obras de los “grandes
maestros” recibieran también una interpretación de “artística
apreciación
y admirable expresión”.
Juan Vicente Gómez -futuro dictador venezolano- y Cipriano Castro. |
Dos semanas después de la primera presentación
de la Lira, el 20 de agosto, el mismo Buffalo
Evening News informaba que un cañón de quince libras que exhibía
en la exposición la firma Driggs & Seabury Gun and Ammunition Company, de
Derby, Connecticut, había sido retirado precipitadamente de su sitio de
exhibición para enviarlo de Nueva York a Cartagena con destino a “uno de los
bandos” beligerantes de nuestra guerra de los Mil Días. En dicho despacho se
cita la creciente tensión diplomática y política en Centroamérica y entre
Colombia y Venezuela, alusiva al apoyo que la revolución liberal colombiana
recibía de los gobiernos de José S. Zelaya, de Nicaragua; Eloy Alfaro, de
Ecuador, y Cipriano Castro, de Venezuela. No cabe duda de que el arma fue
enviada a las fuerzas del gobierno central conservador, que finalmente vencería
en la contienda y que siempre controló los puertos de la costa norte
colombiana.
Asesinato de Mckinley, en Buffalo, EE.UU. durante la Exposición Panamerican, en 1901. |
Theodore Roosvelt, el héroe de "I took Panamá" |
Sin
embargo, unos días más tarde se producirían cambios de mayor repercusión con el
asesinato del presidente McKinley en el mismo Templo de la Músic de la
exposición a manos del anarquista León Czolgosz (1873-1901), hecho que llevó al
poder al vicepresidente Theodore Roosevelt (1858-1919), autor de la célebre
proclama I took Panama e
iniciador y conductor, entre 1901 y 1909, de una nueva era de agresivo imperialismo
norteamericano que constituye el telón de fondo político de este escrito.
En
ese mismo mes de septiembre, en nuestra guerra de los Mil Días, las tropas
venezolanas que apoyaban al bando liberal fueron vencidas en Carazúa, en el
norte; y en el sur, en Puerres, sucumbían las del general Avelino Rosas Córdoba
(1856-1901), quien había luchado bajo las órdenes de Antonio Maceo y Máximo
Gómez (1836-1907) en la guerra de Independencia de Cuba. En estas
circunstancias, la marcha Cuba guerrera (op.
27), el homenaje que Morales Pino había dedicado en 1898 “a los patriotas
cubanos” en solidaridad con la lucha independentista de Martí y que le había
merecido elogios de Fray Candil durante su estancia en Colombia, perdía toda
vigencia y quedaría proscrita de su repertorio; al menos, de sus presentaciones
públicas.
Peregrino Rivera Arce, dibujante y amigo de P. Morales Pino. |
Julio Flórez, poeta y músico aficionado. |
Sin mayor soporte documental, aunque de forma
plausible, se sostiene que Morales Pino era un liberal militante, admirador del
general Benjamín Herrera, y que fue acusado de ser parte de la preparación del
levantamiento liberal de octubre de 1899. Esto resulta difícil de confirmar o
desmentir, aunque sabemos que Morales Pino contaba, en el bando liberal, con
amigos que se distinguieron en la contienda, como el dibujante y soldado
Peregrino Rivera Arce (1868-1940), quien fue su compañero de estudios de arte y
aparece con él, y con un desconocido copista de música, en la foto mencionada,
publicada poco antes de su viaje. Rivera Arce nos dejó además su testimonio
visual de la guerra en sus Recuerdos de campaña y
vivió en el exilio en Costa Rica, Venezuela y Ecuador desde 1902 hasta 1937.
Bobadilla también fue expulsado de Colombia por el nuevo Presidente de facto,
José Manuel Marroquín (1827-1908), o tal vez en realidad por Arístides
Fernández, el hombre fuerte del régimen y autor de la sistemática política de
represión que llevó a la cárcel a intelectuales, políticos y artistas
liberales, entre quienes se contaron —por poco tiempo— Emilio Murillo, el poeta
Julio Flórez (1867-1923) y Jorge Pombo, el primero de estos dos últimos, músico
aficionado y, el segundo, con mejor formación, autor de otra obra musical
relacionada con la guerra de Independencia de Cuba, su polca militar Triunfo de Bayamo
(op. 10), de 1895, dedicada al ya mencionado
general Máximo Gómez46. Por su parte, Fernández, que fue director de la policía
y luego ministro de guerra, era un católico devoto, de oscuros orígenes,
defensor de la teoría de la conspiración internacional liberal contra el
catolicismo, que había tenido su primer puesto público en 1887, curiosamente, como
portero de la Academia Nacional de Música.
Como
veremos, el repertorio internacional basado en piezas de baile,
adaptaciones
de movimientos de obras clásicas y arreglos de canciones y trozos de ópera,
opereta y zarzuela, constituía el núcleo del repertorio corriente en la música
popular internacional de ese momento, que —a juzgar por los programas de la
Lira— Morales Pino, que se esforzaba por mantenerse actualizado, conocía desde sus días
de Bogotá. Los cinco integrantes del conjunto se establecieron posteriormente
en Nueva York y contaron con un representante que los anunciaba como “a typical
native string quintet from Colombia”. Sin embargo, poco se sabe sobre su
desempeño musical en aquella ciudad, y las anécdotas relatadas después por algunos
de sus miembros hablan —por el contrario— de la pronta disolución del conjunto y
de la mala fortuna de algunos de ellos.
Lira Colombiana de Pedro Morales P. |